jueves, 5 de junio de 2014

MADRE







Cuando la tarde consumió tras una lenta agonía

hasta el último aliento de luz 
y apareció la noche con su manto acogedor, 
has llegado tú



Cuando estas inquietas manos, abejas de mis sueños,

retiran pausadas la ropa que hoy me abrigó

y acompañó sumisa,

vienes a ayudarme tú



Cuando ya los pies cansados de sostener y guiar

el velamen de mi cuerpo en el mar humano del encuentro


proponen entregarlo al descanso,

vienes a acostarme tú



Cuando las llaves del silencio, agotado el día,

recogen con celo la multitud de voces

habitadas ahora en la gruta del olvido,

permaneces alerta tú



Cuando yo estoy así, despoblado del color,

ausente y vacío temporalmente de vida

escondido en lo más hondo de la noche...

en mis sueños apareces tú



Cuando recién amanece
y con los nudillos de los dedos golpeas mi puerta
susurrando amorosa:
 -Despierta, hijo mío – 
vienes a besarme tú.



Y en tus ojos resucito y entre ellos, madre, aún camino. 


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