martes, 24 de junio de 2014

ANDALUCÍA






sur
olor
toro
jerez
fiesta
mujer
Ronda
Platero
pellizco
calorsito
Averroes
Camarón
Alhambras
cante jondo
feria de abril
Guadalquivir
Semana santa
pueblos de cal
Pastora Imperio
cuna  de España
Marianita Pineda
patios y cármenes
escabel de Europa
Córdoba y Granada
Pablo  Ruiz  Picasso
M. de Falla y J. Turina
dos mares en sus costas
ocho  tribus la conforman
sólo un camino: El Rocío
latido inicial de América
Lorca, Alberti, Cernuda
los ojos más hermosos
columnas de Hércules
Juan Ramón Jiménez
desposada de  olivos
Eugenia  de Montijo
Belmonte y Joselito
cumbres nevadas
balcón de Africa
Úbeda y Baeza
Biblia y Corán
canta su pena
mira al norte
nuestra Lola
manzanilla
Velázquez
marismas
tarthesos
cantares
Bécquer
Doñana
señorío
Séneca
caballo
azahar
poesía
quejío
siesta
color
reja
arte
luz
olé
y ese acento único
marca de España
inconfundible
universal
andaluz

lunes, 23 de junio de 2014

CUANDO COJAS EL MAR




Cuando cojas el mar
-todo el mar-
entre tus manos
y lo extiendas sobre ti
no distraigas el camino de las olas
que llegan amorosas
vaciándose en su entrega
y a las arenas ardientes
enamoradas del azul intenso del cielo
que dora y madura tu cuerpo
no les preguntes por mí

porque allí estaré yo
sorprendiendo tus ojos de niña miedosa
peinando invisible tu pelo revuelto
como sí fuera la última página
o tal vez la primera
-en un mismo punto se encuentran-
de una vida que te volviera a nacer
entre mis dedos
moldeando tu talle moreno
en sazón ya
para una gran aventura

porque yo soy ese mar frío
que retienen tus manos
deslizándose suave
igual que un veneno insaciable
muy suave
como una serpiente por todo tu cuerpo
lleno de sol
electrizándolo
para colmarlo de un nuevo
y vigoroso placer
del que no te podrás separar

jueves, 5 de junio de 2014

ESTA LUZ BREVE QUE ME ACOMPAÑA




















El paso torpe de la tarde, como un delfín de ajedrez
se acerca hasta nuestras celdas enrocado en su suicidio.

Esta luz breve que me acompaña se va yendo sumisa
al cuenco profundo y oscuro de la noche.

Primero son los pájaros los que esconden sus colores.
Cierran la puerta, después, los árboles a sus sombras.

Los ojos del día, ya cansados, se entornan
vacíos y derrotados escondidos en sus cofres.

Todo se guarda y oculta en el pecho de la memoria,
y detenidas en sus senos las olas de las palabras.

Apenas transeúntes en la arquitectura de las calles.
La torre de una iglesia recuerda la muda de las horas.

Abre el silencio su camino, crecida ya la penumbra,
oreando los goznes de la vida con su manto protector.

Antes de dormirme seducido en el lecho de Morfeo,
ofrezco a Dios -igual que ayer- mi última mirada.

MADRE







Cuando la tarde consumió tras una lenta agonía

hasta el último aliento de luz 
y apareció la noche con su manto acogedor, 
has llegado tú



Cuando estas inquietas manos, abejas de mis sueños,

retiran pausadas la ropa que hoy me abrigó

y acompañó sumisa,

vienes a ayudarme tú



Cuando ya los pies cansados de sostener y guiar

el velamen de mi cuerpo en el mar humano del encuentro


proponen entregarlo al descanso,

vienes a acostarme tú



Cuando las llaves del silencio, agotado el día,

recogen con celo la multitud de voces

habitadas ahora en la gruta del olvido,

permaneces alerta tú



Cuando yo estoy así, despoblado del color,

ausente y vacío temporalmente de vida

escondido en lo más hondo de la noche...

en mis sueños apareces tú



Cuando recién amanece
y con los nudillos de los dedos golpeas mi puerta
susurrando amorosa:
 -Despierta, hijo mío – 
vienes a besarme tú.



Y en tus ojos resucito y entre ellos, madre, aún camino. 


RAPTO DE EUROPA







Fue en aquellos tiempos 

cuando la luz aún no se fijaba impresa

sobre la piel cansada del pergamino

dejando la poesía 

para siempre atenta en nuestros ojos.


Uno de esos días sin historia

sólo escrito en el libro de Mnemósine

el Mediterráneo liberó tu cuerpo

Europa

y en sus aguas navegaste

abrazada a Zeus

de toro amable disfrazado


hasta llegar a Creta

donde fuiste poseída. 

Allí se colmó de vida tu vientre 

la tierra dejó crecer al olivo humilde

y los dioses nos cedieron la palabra.



miércoles, 4 de junio de 2014

A VECES PIENSO








A veces pienso
que he nacido para callar
como el caballo derrotado
abrasado en el cansancio
después de una carrera galopante
sin el premio a su esfuerzo;

o como el perro sumiso
castigado por la vesania de su amo
y abandonado, después,
en uno de esos fríos y largos caminos
donde lo acoge la muerte;

o, tal vez,
parecido a ese tronco
partido en su soberbia por el viento
y dejado ahí,
sin nombre,
escupido en la tierra.


A veces pienso
que he nacido para sufrir

como esa ave migratoria
que perdió su rumbo
alejada del aliento de los suyos
y se duerme desplomada en el vacío;

o como ese toro gallardo
cebado para la más cruel pelea
desigual y trágica
donde la tortura tiene su sede
con el nombre macabro de “fiesta”.


A veces pienso
que he nacido para amar,

pero no encuentro los brazos
ni los labios
ni los ojos
que me abracen
que me besen
que me miren…


A veces pienso
-mientras camino-
que no sé por qué
ni para qué
ni para quién vivo.

ANDALUCÍA

sur
olor
toro
jerez
fiesta
mujer
lejanía
Platero
pellizco
calorsito
desiertos
Averroes
alhambras
cante jondo
feria de abril
Guadalquivir 
semana santa
pueblos de cal
cuna de España
silencio generoso
escabel de Europa
Pablo Ruiz Picasso
Córdoba y  Granada
M. de Falla y J. Turina
dos mares en sus costas
ocho tribus la conforman
sólo un camino: El Rocío
latido  inicial de América
Lorca, Alberti, Cernuda
los ojos más hermosos
columnas de Hércules
Juan Ramón Jiménez
desposada de olivos
luces con sombras
cumbres nevadas
balcón de Africa
Úbeda y Baeza
Biblia y Corán
canta su pena
mira al norte
manzanilla
Velázquez
marismas
tarthesos
cantares
Bécquer
Doñana
señorío
Séneca
caballo
azahar
poesía
quejío
siesta
color
reja
arte
luz
olé
y ese acento único
marca de España
inconfundible
universal
andaluz

martes, 3 de junio de 2014

VIERNES SANTO 2014




(Otras estaciones)


este frío
la soledad
los desiertos
la prisa del río
el gran silencio
el mar espoleado
ausencia  de Dios
la traición del beso
la pus del envidioso
el odio  en la sonrisa
la reja de un presidio
el  viento sin cadenas
la prostitución  (sin más)
el adiós de la memoria
la mano vacía del pobre
el triunfo de  la tormenta
el brazo cainita del fuego
el viacrucis  del abandono
el toro empujado a la arena
la visita de la muerte cercana
la rama a punto  de quebrarse
“el rey” encerrado  en su mate
la mirada desnuda del  anciano
los niños jugando a esconderse
esa casa sin voces que la habiten
el miedo en los ojos  de un animal
el cómico sin el aliento del  público
el  camino desorientado  de la grieta
la angustia del niño que no va a nacer

EL CALENDARIO





SOY un fiel escudero del tiempo:
la huella escrita de su presencia,
el que fija el ritmo de su paso.
Los únicos ojos abiertos
que transmiten la luz de su seno.

Y la detengo.
Registro la ruptura del silencio,
los latidos del mundo...,
lo importante de TU historia;
a todo lo que ocurre, doy asiento.

Porque yo soy esa gran plaza
que recoge los primeros alientos de la vida,
caminando con ellos.
También esa estación fría 
que despide sin cantos
a los que han terminado su camino.

Yo no tengo corazón;
sólo tengo que contar los días
y leerlos;
marcar bien su ritmo.
Para eso extiendo mi cuerpo
sobre espacios amables a la vista.

Mi inquebrantable cuerpo
perfecto de dianas numeradas,
abierto a las mil heridas de cada día
que en él se anotan.
Pero no importa;
para eso he nacido

BIENAVENTURADOS




los que rezan todavía
los que ya han llegado
los que te  dicen: sigue
los que creen y  confían
los que  saben  escuchar
los que inician  el camino
los  que aman a  los niños
los que  llaman a tu puerta
los que persiguen la belleza
los que cantan todos los días
los que han alcanzado la cima
los perros y también  los gatos
los que han caído y se levantan
los que hacen callar a las armas
los que  conversan con las flores
los que saben amar a un  anciano
los  que no conocen a su  enemigo
los que dan de comer a los pájaros
los que no conocen la desconfianza
los que devuelven lo que no es suyo
los recién nacidos recibidos sin amor
los que siempre están preguntándose
los jóvenes mayores de cuarenta años
los que bendicen a Dios al nacer  el día
los que aman y nunca han sido amados
los que “han dejado todo  por Mi causa”
los que equivocados saben pedir perdón
los animales abandonados sin compasión
los que señalan con el dedo las injusticias
los que miran atrás y corrigen sus errores
los que presienten que mañana será tarde
los que administran sabiamente su silencio
los samaritanos que cuidan de los enfermos
los poetas que iluminan el alma de las cosas
los que ganan sin hacer trampas en el juego
los que amando la vida la entregan con amor
la voz altiva y  enclaustrada de las campanas
los mendigos sentados en el banco  del olvido
los que esperan serenos a la hermana Muerte

los que aman y cuidan nuestra casa: la Tierra

los que han escogido el camino y no la posada
los que permanecen vivos en nuestra memoria
los que caminan con la espada del amor en alto
los que envidian la fortaleza generosa del  árbol
los tañidos de las esquilas, que dormecen el aire
los que saludan todos los días a la Madre de Dios
los que siembran en el corazón palabras hermosas
los que al llegar la noche están colmados de alegría

SOLEDAD



                                  


(Un solo verbo)



Una ramita débil,
sin presencia en el aire apenas,
línea sutil y quebrada,
calle desnuda sin luz,
hogar de una lágrima.

Al final de ella
un rumor cálido,
lloroso,
tras los muñones rugosos 
y agotados de sus yemas.

Emoción,
silencio.
¿Por qué?

Una hoja 
madura de luz otoñal,
como una gran lengua sedienta,
al seno de la tierra fría se arroja.

El viento, desdeñoso,
ausente.
Apenas un leve y tibio sol;
tampoco pájaros.

Desconcierto,
soledad tras mis pasos.

lunes, 2 de junio de 2014

HORA DE CENAR












La tarde abandona mi habitación.
Levanto los ojos cansados
de acompañar a mi amigo Clarín.
Una ventana desvencijada lloriquea 
porque el viento presiona su cintura.
El silencio se siente desarropado
y se inicia una leve turbación
en el ramaje de las cosas.
Llega también, sin morder apenas,
la lengua sedosa del frío
hociqueando por mi cuerpo.
Todo lo cubre una agrietada melancolía
que me acompaña como un mendigo
aguardando a la noche que se acerca.
Salgo a preparar la cena
mientras escucho las últimas noticias.

SED





Mira mi sed
-sed de ti-
de tus versos
y tus pasos

sed de tus ojos
de quedarme en ellos
como playas
en la arena de los míos

de ese cuerpo
sed de locuras tengo
que sólo mi cuerpo
entiende

a tu cintura miro
con sed de apresarla
y de esconderla
entre mis brazos

de tus labios
ardo de sed
déjalos sellarse
con los míos

y mis manos
como lenguas
alocadas de sed
recorriéndote

subiendo
hasta tus balcones
donde mi sed
se calma

bajando
hasta tu volcán
donde mi sed
se enciende

lléname de sed
-de ti de sed-
con tus versos de amor
para siempre

domingo, 1 de junio de 2014

EN LA ESPERANZA




Otoño
eres una ciudad deshabitada;
sólo un tañido lejano
frío y distante
-el último sol de la tarde-
acoge tu lento paso
casi mortecino
agotado...
Qué bella es tu agonía expectante.
Veo tus copas vacías
entregadas como una súplica
al calor de una nueva primavera.
Altas ramas fecundas y plenas de vida
ahora sarmientos implorantes
vacíos de hojas
convertidos en lágrimas estériles
que el viento lleva enterradas
bajo mis pies
con su pálido color dorado
iniciando despacio en la oscuridad
un nuevo latido
un nuevo nacimiento.

ESA LLUVIA DE LA QUE ME HABLAS





Siento llegar hasta mí
como el ala de una brisa suave 
que cierra el círculo del atardecer
la proximidad fecunda de unas nubes 
ansiosas de abrir sus entrañas.
Empujadas por el viento
multitud de hojas muertas se entregan amorosas:
son como manos abiertas vacías en sus surcos
que el árbol desprende agotadas 
en la orilla de la muerte.

Hay un silencio expectante
que lo deshace un ruido 
parecido al de innumerables vidrios rotos
minúsculos
que lloran contra el suelo.
Veo el fulgor de sus lágrimas saltar y desvanecerse
mientras se abren las luces del anochecer.
El movimiento de la ciudad 
languidece entre silenciosos transeúntes 
que crecen entre la niebla.

Me gusta el color gris de la lluvia 
que penetra en las viejas ciudades,
la veo discurrir con su paso vertical y monótono,
caminar con su pulso y ritmo monocorde
hurgando en los secretos que guardan fachadas, 
muros y ventanas.
La ciudad se defiende de la noche 
iluminándose con luces otoñales.

El agua todo lo descubre y lo señala.
No la veo presurosa navegar hacia el mar:
se oculta resignada entre calles subterráneas
-sin saber dónde muere-
que oscurecen aún más sus sueños de cielos 
y mares luminosos.
Su tiempo ha concluido.
El aire se puebla con nuevos habitantes 
que defienden en vuelo alborozado su alimento.

La noche cede al día su asiento.

¿LO COGES?