sábado, 31 de mayo de 2014

PORQUE LA VIDA ES ESO




La vida es eso, amor,
un ramillete de flores frescas
recién nacidas
que te ofrecen ese día primero
que te da la luz,
para cazar con ellas en la red de tu cometa,
mariposas, pájaros, besos, soles, lluvias…,
creyendo que te darán siempre los buenos días
cada día que amanece.

Pero no.

Esas flores, verás
cómo empiezan,
cada vez más tristes,
a mirar la tierra que dejaron
olvidando su color y lozanía,
e irán cayendo, presurosas,
pétalo a pétalo, de tus manos inseguras
hasta encerrarse en el humus que las cubra.

Igual tú,
sentirás crecer desenramadas
las arrugas en el árbol de tu rostro,
fluir -como disciplinadas hormigas-
el frío entre tus venas;
en los ojos hospedarse
el quejumbroso musgo…;
tu espalda recordará,
encorvada, los años vividos,

y aceptarás, obediente,
iniciar el camino sin retorno
a ese silo sin fondo que alimenta la noche,
madre ahora de tu largo sueño, sellado
con el brazo pétreo del silencio.


viernes, 23 de mayo de 2014

AIRE


¿Hay algo ajeno a ti?
Tu pecho alado lo puebla todo.
¿Dónde tus raíces?
Pálpito que alienta nuestro paso, 
magma que lo hace crecer
desde tu celda de cristal acuoso
salida de los mares.
¿Con qué llave aprisionas
la materia que nos lleva, 
trae, nos ata,
nos ondula
en las mareas de tus viajes
como copo de nieve
navegando en ese océano
negro sin luces ni sonidos?
Jugamos en torno tuyo
(tren desbocado lleno de preguntas
en siderales espacios aparcado)
de forma macabra y pervertida,
dentro de ti,
habitación cerrada,
al corro con infinitas estrellas;
juego que tiene sólo un final,
sólo uno.
Ni siquiera tú lo sabes. 
Porque dinos:
después, cuando tú 
de nuestro cuerpo te alejes
¿dónde seguimos despiertos?;
¿o quedamos convertidos
en hojas secas estériles
amortajadas, 
volteadas y sin rumbo?
¿Y mis palabras,
seguirán en tu presidio?

MUJER CON GAFAS

(dedicado a Rosa Buck)



En esos ojos sedientos
casi vacíos de tanto mirar
te veo hoy
en el primer brote del amanecer
inventando fuentes
flores nuevas y playas distintas
palabras sin estrenar
para alojarlas en el templo
donde las musas moran
y conversan familiarmente contigo

Enramada te veo, mujer,
en esos árboles altos
como flechas asténicas
empujadas a la luz
donde refulgen cristales poliédricos
que juegan con el sol
esparciendo entre sus ramas
una lluvia de infinitos colores
-tus versos-
en alegre desbandada:
estrellas altivas del bosque
que reniegan del anochecer.
Apoyando sumisos los ojos
en tus gafas de carey
te veo atrapada en tu torre de marfil
ovillando unos versos aún sin nacer
desmigándolos tu corazón
-vientre fértil del silencio-
hasta verlos madurar
y nacer ya bordados
en la red tupida del poema
que los llevará acunados
al cálido asilo de todos tus lectores

LUZ



Llegaste a mí
océano luminoso
te trajeron como llegan los silencios
sin ropaje, rumores
vacía de materia

savia fecunda transportando la vida 
sobre tu cuerpo alado, ligera como el rocío…;

¿qué hiciste con nosotros?
esta arcilla ingrávida
aturdida aún en las manos del alfarero
la abriste en canal
enroscándola en todos los pliegues 
de lo antes oscuro

nuestro templo gris
desnudo y frío en su penumbra
todavía en trance de creación
hojas perdidas sin árbol genealógico
ni raíces 
en la negrura infinita del caos
ve de pronto encendida su primera mirada admirativa
(todo como un regalo ante los ojos)
y con ella los primeros movimientos
la vasta red de objetos laberínticos
que le obliga a pensar
escoger
distinguir
situarse entre las sombras 

y crece la palabra poniendo nombres a las cosas

simas 
montañas
mares 
el espacio de las aves,
la tierra que se toca con las manos
habitada por árboles desplegados hacia el cielo
animales en aparente abandono
buscando su sustento
los ríos como sangre circulando
empujados en su huida
inundados de ti

y esos otros caminos donde crece la piedra
urdidos con alambre forjada para encuentros
y desencuentros
galerías bulliciosas cimientos del babel futuro

tu destino es llegar
estar
ceñirte con nosotros
leernos en tu presencia
congregándonos como un atento vigía
romper nuestro silencio

todo lo ocupas tú
ayúdame a entenderte 
saberte plena en tu antorcha encendida
hasta ese momento en que pueda volar 
para posarme allí donde no alcance la noche

LUZ (II)



Recibo
aún temprano
tu mirada adolescente
que va cubriendo nuestra herida mortal
sin curarla
alumbrándola de esperanza

Entras gorjeando con tu capa alada 
saludando los contornos
sin resquicios
arrastrando las sombras a su despeñadero.

nos invitas a salir
igual que ayer
a nuestros caminos
y a nuestras cosas abandonadas
sólo hasta donde tú nos marcas.

Un entretanto que estamos viviendo
envejeciendo un poco más
como esa flor ausente de sí misma
como esos pájaros ansiosos de alimento
pellizcados en su vuelo.

Nos dejas
nos ves
desordenados y confusos
con nuestras propias sombras tropezando
hasta que llega con tu permiso
la noche

que rompe tu presencia

MIENTRAS TE SIGO ESPERANDO





Y yo que te conté tantas cosas
mientras vigilaba tus sueños
mi pequeña niña,
mujer imposible para mí

En el malecón de tus versos
esperándote…;
cuánto frío estoy recogiendo.
Pero me decía a mí mismo
hoy vendrá desde allá lejos
despeinada, alada
mi amazona incansable

Todo para ti arreglado
repasados todos los detalles
hasta los besos
en la cima de mis labios
como ascuas aguardándote.

Me dijiste sobre el papel
te amo, a nadie más amo,
y me lo creí

Volveré –también me dijiste;
por eso permanezco aquí
donde quedamos aquella tarde,
con la ventana entornada
por donde sigue entrando
el frío
 
¿eres tú?

Si supieras las veces
que he deshojado tus versos
desnudándolos con cariño
uno a uno 

despacio…
y los he leído…

y los he llorado…

mientras te sigo esperando

DETRÁS DE LA MEMORIA






¿Has visto cómo la luz se deshace sumisa
poco a poco
en la niebla amable de la tarde
y cae después, agotada y desnuda
en el silo sin fondo de la noche?

Así me fui alejando del hogar de mi pasado
como si las ramas del árbol donde habito
alguien las hubiera volteado al aire
llevándose todos sus moradores
y entregar, después, sus hojas indefensas
a la infinita pradera del espacio
condenadas a vivir sin albedrío.

Sólo mi cuerpo se quedó aquí
cosido al silencio,
embozado en sus raíces muertas
como un muñeco desahuciado y roto,
sin ninguna identidad.
Mi alrededor lo siento todo apagado
yerto igual que la estéril ceniza
entre los muros agrietados del olvido.
Sigo llorando al recordar
cómo tu mano se desabrochaba de la mía
con obligada lentitud
hasta verla desaparecer en otras luces envolventes.
Ahora los pasos y las voces
se acercan trotando hasta el límite de mi conciencia
pareciendo pequeños tambores desentonados.
La aguja que tejía mi presencia entre vosotros
quedó suspendida en un latido indefenso.

No sé en qué brazos descansan
mis recuerdos de ayer, cuarteados e inseguros.
Igual que el humo trepador
se esconde y adormece entre las grietas del aire,
me pregunto dónde se han encaramado
las ramas que en su vendaje boscoso los ocultan.

¿Por qué no puedo ya viajar
desde esta pequeña y frágil almena de mi silla
hasta ese telar blanco de la infancia
donde mariposas azules lo cultivaban,
recuperarlo
y compartirlo con los demás
hilvanados los hilos perdidos de mi memoria?

Acércate
oh mar desbocado y sudoroso,
desovilla, si puedes, este sudario
que cubre los ojos silentes de mi alma
tendidos en esa línea difusa del horizonte
donde se acuestan los sueños,
y alienta con tus fuertes brazos
el regreso de esa paloma blanca
que guarda mis recuerdos, y que aún aletea,
para que me amortajes con ellos
y entre tus senos, después, vacíame.

MUJER



Son pocas mis manos para rodear tu cintura 
y llegar hasta donde tú sabes… 
Encenderte 
herido ya tu volcán… 
No me mires como loba herida 
mientras recorro tus pechos 
pequeñas lomas donde mi amor descansa 
roto en hervor blanquecino 
lava que fluye por todo tu cuerpo 
convertido en alocado mar, 
sólo mar
donde tú, mujer, y yo, 
somos náufragos perdidos.

ROSAS BLANCAS






Alzo la sábana 
como si de una invitación al encuentro se tratara 
y te digo: Ven. 
Los ojos del silencio contemplan la estancia 
mientras inicias despacio tu desnudez. 
Tu cuerpo esbelto se insinúa 
entre hebras de luz parpadeantes, tembloroso. 
Caminas hasta mí como una vestal, 
sin mancha alguna, inmaculada, 
nerviosa por violar tu compromiso. 
Ya compartes el lecho. 
Me acerco a ti. 
Los primeros gestos 
son mis manos ardorosas rodeándote, 
hasta llegar a esas islas aún sin explorar. 
Los labios y mi lengua se encaraman 
a tus piernas marfileñas 
y tersos muslos prolongados, 
avenidas firmes que sostienen el templo 
-aún oculto su recinto- 
que albergan mis deseos, 
crisol, 
mar donde mi vida busca derramarse 
horadando las simas más profundas. 
Jadeante, me dejas hacer. 
Semejante a ríos despeñados, 
roncos, entre espuma embravecida, 
asilados en el mundo de los sueños,
atizamos nuestro fuego 
hasta que las brasas anotan su cansancio. 
En los meandros de estas corrientes agitadas 
se dibujan, recién nacidas, 
rosas blancas despeinadas 
decorando el tapiz de nuestro cuerpo.


ÚLTIMOS MOMENTOS



Cuando ya mi cuerpo derrotado
-veo un tranquilo mar en la agonía de mi sueño-
se entrega exhausto y definitivo
al dulce abrazo de la muerte,
siento tu seguro paso llegar puntual a la cita.
Contemplo tu delgado rostro marcado
por la ansiedad infinita de nueva compañía.
¡Con qué afecto retienes mi última mirada!
Solo te tengo a Ti, Silencio palpitante,
mano invisible que cierra mis ojos.
¿A dónde me conducirán tus pasos?
He dejado borradas
-ved las pobres paredes mi vida-
todas las preguntas y respuestas a mi pasado.
Por eso este hogar queda vacío
y abiertas sus ventanas para siempre.
No queda nada de mí.
Recoged aquellas piedras que anidaron mi camino
esparcidas por la prisa de mi marcha.
Ya sólo soy nube, pájaro, casi aire:
unas pocas cenizas olvidadas al viento.
Pero al romper la lluvia mi última atadura
te habré abandonado para siempre
¡oh madre Tierra!

NOVIEMBRE



hay cansancio en los ojos de la luz

unas finas hebras de sol descansan
resbalándose
sobre unos derruidos muros blancos

dorados y tibios tornasoles
descubren las arrugas y grietas del paisaje
aún hermoso en su fragilidad otoñal

estáis ahí -ante nosotros-
como un museo desalmado al aire libre:
desafiantes y enlutadas montañas,
árboles descarnados y somnolientos
recogidos en oración,
caminos vencidos por el silencio…

las ramas parecen cometas perdidas en el aire
vacías de sueños y de habitantes;
las hojas, abandonadas y desnudas
se esconden abrazadas entre sí,
tropezándose, huyendo ruborizadas

el viento planea inquieto
ululando prepotente sobre tejados y ventanas
rearmado de nuevo para el combate
del inmediato invierno

los pájaros se sienten extraños
y se alejan presurosos en enlutadas bandadas
abriendo caminos en el cielo hacia no sé dónde

llega la lluvia generosa en trémulo soliloquio
hasta las ubres secas de la tierra
que la traspasa y humedece

la melancolía viste sus mejores galas
en tonos rosas y amarillos

todo es quietud

un desmotivado color gris
con olor de tiempo huido
lloroso igual que una despedida
invita a todo el bosque humano
a encerrarse en sus marfileñas torres
ocupado ahora en ovillar silencioso
el paso mortecino de los días
mientras se encienden los primeros fuegos
que ahuyenten sus fríos interiores

la edad grave repasa en su memoria
la brevedad de lo vivido
la fragilidad de los placeres
y desnudez de la Fortuna;
y siente aparecer tras su ventana
la presencia aún difusa del Visitante
que vendrá a recogerle en su despedida

sin embargo, porque es eterna,
la vida sigue macerando en sus entrañas
una nueva sinfonía
en su lagar profundo y bullicioso
ajena a mis latidos y a los tuyos

nosotros apenas somos unas horas
una muesca sólo
en esta enorme rueda desdentada
que gira y gira sin mirarnos:
nada

VIVIR ES PREGUNTAR



vivir es preguntar
el árbol me enamora
¿quién abre mis ojos?
donde haya odio, lávalo
olvidamos lo  importante
buenos  días,  hermana Luz
donde yo llamo no vive nadie
donde hay amor pon más amor
si hay tristeza, no sonrías: cúrala
el incienso es sólo para los dioses
cuando pasees mira a tu alrededor
sé  que es difícil:  disfruta tu soledad
cuando oculten tus palabras di gracias
me sobra casi todo: pues lo tienes todo
ya se  han reconciliado: duermen juntos
si te dicen ”ven”, ve con las manos llenas
de los vanidosos desconfía: tú les estorbas
si quieres a los animales, me gustas tú a mí
no sé dónde guardar mis diplomas. ¿Los tiro?
vivimos con distintas “caras”: ¿cuál me pongo?
la noche es manantial de silencios: no alborotes
¿de verdad te escondes del viento y de la lluvia?
cuando te sientas importante mírate en el espejo
si no sabes amar, formas parte de la gran mayoría

¿CUÁNDO ME HAS AMADO?




Mi castillo

habitado antes
con luminosas 
palabras de amor
está ahora 
desarmado y frío.

Cayeron 
todas tus palabras
desde la alta almena
al foso hambriento 
del desafecto.

Yo 
que fui linterna 
de esos ojos
sostén rocoso 
para tus dudas
aliento
de tus esperanzas
deshojando 
cada uno de los días
oliendo tu cuerpo
ungiéndolo
con mis besos

soy ahora 
una ventana cerrada
a los perfumes 
de la vida.

Rompiste 
la rama frágil
que descansaba 
mi vuelo
para alejarme
vacía 
sin rumbo
perdida de ti.

Te pertenece
quédatelo
todo lo demás:
el halago
la ambición
la mentira

Ocupada estoy
dispersando 
las últimas volutas
de aquellos 
fuegos fatuos
macabras 
sombras chinescas
que encendiste 
en mi corazón
llenándolo 
de espinas

Mientras 
te vas alejando
solo
altivo
sin volver 
tu rostro
pienso

¿Cuándo me has amado?



miércoles, 21 de mayo de 2014

DESCONCIERTO EN EL AIRE



(Monólogo con el Viento) 

Lo sé: 
naciste para ser libre 
pues no hay brazo que te atrape 
ni pincel que detenga tu aliento. 
Tampoco goznes 
riendas 
bocado 
que a la obediencia te llamen. 

Oculto estás tras esa malla sedosa 
de infinitos pliegues 
que abanican nuestro rostro, 
desfilas autoritario 
por la ancha frente del espacio 
escudriñando todas las calles del mundo 
hasta que, igual que el humo 
agotado 
te conviertes en moneda volátil 
sin peso, desnudo en el vacío. 

Castigado como Caín a huir sin descanso 
corres desbocado con la fusta azotándonos 
y nos empujas, Eolo, a escondernos de ti. 
Todo lo que tocas lo deshabitas 
despertándolo con el susto de tu mirada. 

¿Quién abre la puerta que te despeña sobre el mundo? 
Pasas sobre/entre nosotros sin ser parte nuestra 
despojado de asideros, -pues la materia te repele- 
reflejándote en la misma frontera de los cuerpos. 

Qué hermoso sería 
ceñido en tu espiral atormentada 
escuchar tu ulular lastimero 
desde el vientre oceánico del cielo 
o desde el punto angular de la cima más alta 
recibirte y besarte como una ofrenda núbil… 

A las nubes pastoreas, Céfiro, 
hasta esos lugares de nuestros campos yermos 
para alimentarlos bondadoso 
con el grano sementero de la lluvia.
Conduces a la paloma arropada en tus vendajes 
orientando sus viajes mensajeros. 

Te gusta voltear el esbelto torso de las ramas 
provocando su quejido 
o convocar todo también 
a la alegría obligada de la danza alocada y febril 
que tu paso le dicta. 

Tropiezas, 
rastreas con tus pezuñas de terciopelo 
el rostro viejo de la tierra 
tapizado de hierbas y flores, 
libándolo con la ternura de la abeja, 
susurrante y cariñoso… 

¿Hasta cuándo el oleaje 
torbellino 
vértigo 
danza invisible 
sin freno con que nos encadenas? 
No lo ves 
pero muchas veces deseamos decirte: 
detén tu paso 

porque necesitamos 
–apartados de tu compañía- 
llenar con nuestro olor las plazas 
reconocernos de nuevo en la rutina de los días 
admirar el descuidado vuelo de las aves 
abandonar nuestro cansancio 
bajo el abrigo protector de las copas de los árboles 
y sentir, sin tu presencia 
ese bullir inquieto de los pasillos de la vida 
oculto tras el maternal humus 
donde tienes prohibido el acceso para siempre. 

Si pudiera sellar 
todas las avenidas 
por donde como un fantasma huyes 
recogerte 
en alguno de esos rincones 
donde te acurrucas atemorizado 
colmar de paz 
el oleaje de tu pecho vagabundo…, 

y llevarte de la mano hasta ese broche de luz 
que secuestra los ojos de los hombres 
perdidos en el mar 
y ahí dejarte 
hasta que él cure las heridas 
que tantos caminos han dejado en tu cuerpo. 

Contempla, entretanto, el reino de Poseidón 
en su infinita largura 
el ir y venir despreocupado de los peces 
paseando bajo la seda del agua; 
escucha ese silencio vallado abisal 
lleno de campanillas multicolores. 

Deja que tus ojos agotados y secos 
naveguen hasta los surcos alados de las gaviotas 
juega con ellas anudado en sus zambullidas 
vuélvete a la primera infancia, 
virgen aún de recuerdos 
enciérrate allí
y, ya después, haz lo que quieras.

LETANÍAS AL AMOR



embriágame
en la miel de tus ojos

en tu cintura ovillado
apriétame


abrázame
por deshacer tus dudas

cuando tu ventana abras
llámame

abrásame
cuando esté dentro de ti

con el nudo de tus besos
átame

moriré
envejeciendo en tu álbum

en la pirámide de tu llama
enciérrame

anidaré
en el ramaje alado de tu pelo

en el estanque de mi lecho azul
sumérgete


plántame
en un rincón selecto de tu jardín


en la hebra dulce de tus palabras
llévame

enfádame
cuando con despechos te insinúas

cuando el amor nos invite al placer
desnúdame

guárdame
en el mapa de tus recuerdos amables


cuando mis cartas de nuevo te habiten
contéstame

condúceme
por los meandros de tu cuerpo ondulado

en esas noches donde nuestro amor no crece
sonríeme

mírame
cuando abrigues mis dos manos entre las tuyas

cuando el corazón en tu pecho golpeando galope
ábreme

ASÍ, COMO SIN GANAS




El sol sale sin prisa
-lo habrás notado-
y así también
de igual manera
va dejando su aliento
trecho a trecho
durante el Día
llenando de vida todo 
así, como sin ganas.

También así
-lo habrás notado-
de igual manera
al acostarse
abre las sábanas
como si no quisiera
en ellas recogerse
abrazado a la Noche
así, como sin ganas.

UN NUEVO DÍA


Me despierto y digo: “un nuevo día”.
Los pájaros madrugan más que yo,
sobre todo dos enlutados mirlos.
Sé que los árboles no duermen.
Empiezo con el rito del afeitado;
desde que me pellizqué odio la eléctrica.
Nadie me llama a tomar el desayuno.
En un tazón lleno de pan, café con leche.
“Hola”, digo antes a mis gatos
que runrunean esperando su primera comida.
El tazón y la cuchara me ayudan a desayunarme.
Mientras, escucho la radio
para saber lo que pasó ayer.
La prensa, todavía no.
Si tengo tiempo
en mi pequeño jardín lleno los comederos 
que utilizarán, ávidos, mis gorriones. 
Bueno, míos no. 
Los gorriones no quieren dueño. 
Limpiaré todo más tarde.
A ver, a ver… No sé si me falta algo.
Siempre se me olvida el móvil.
Cojo las llaves para… ¿adivinas?
Varios días sin llover.
Entro en mi pequeño coche.
“Lávame, marica”,
alguien ha escrito sobre el capó.
Igual que ayer voy a la escuela.
Soy un viejo, pero feliz maestro, 
y los niños aguardan mi presencia;
chsss, ¡desean verme!
Ahora son las nueve quince horas.

martes, 20 de mayo de 2014

LLUVIA, RÍO, MUERTE...


…llegas hablando
desde el océano del aire
descuidada en tu paso
solemne y limpia
hasta vaciarte en la tierra
hambrienta de ti:
la habitas con pasión carnal
y entre sus muslos te duermes…

….para brotar de nuevo,
manantial azul,
fuente loca y sin rumbo
buscando ese brazo que domine
tu prisa por marchar, crecer,
morir,
sin saber dónde…


lunes, 19 de mayo de 2014

¿ME ACOMPAÑAS?



Yo que tú

sin pensarlo

me quitaría la tristeza de los ojos

así

sin gafas


me vestiría de blanco de arriba abajo

el lino y la seda te sientan bien



te recomiendo la sexta de Beethoven

pero hay muchas más



acudiría a plazas
rebosadas de gentes de todas las edades



también buscaría alas

sí, sí, alas de las de verdad

para volar
no importa dónde

volar tal vez 
a las oquedades
de esos valles inquietos y profundos



entraría en una iglesia a esas horas de intimar



mira que no te hablo de árboles ni de pájaros



de la calle me alejaría


de los cafés de conversaciones tediosas



vendrías conmigo

a lo más alto de la torre de un campanario


¿a que te gustaría abrazar el viento entre tus manos?



siempre descalzo
caminaría
 sobre la piel rugosa y vetusta de los montes


llamaría a la lluvia

para acostarme desnudo en el telar de sus racimos

así

quietecito

oyendo su mensaje

y cubrirme de tierra húmeda

recién empapada y purísima



la palabra la guardaría de momento



me gustaría detener todos los péndulos

¡pasa el tiempo tan deprisa!



juntaría todos los caminos

y los ríos que no he visto

sólo para sentirlos juntos a mí



tampoco te hablo del mar

no abarco su grandeza



después estaría solo un buen rato –indefinido-

llenándome de Nada

hasta vaciarme



¿me acompañas?

VIVIR Y MORIR QUIERO


















Vivir quiero
en lo alto
de lo más alto
amor
donde nada vuela
ni se mueve,
junto a ti

y morir
en el lecho febril
de la cima de las olas
amor
cuando explotan su cansancio
sobre el pecho de la arena,
junto a ti

vivir quiero
atrapado en la seda pegajosa
de esa niebla fantasmal
amor
con rostro y tacto huidizo
que la visión me oculta,
junto a ti

y morir
en ese lugar del bosque
olvidado y sombrío
amor
donde el sol
admite su impotencia,
junto a ti

vivir quiero
dejándome llevar
alambrado en la corriente
amor
desnuda y seductora
que hasta la mar me empuja,
junto a ti

y morir
en lo más profundo
de lo profundo
amor
donde la luz
no tiene ningún camino,

junto a ti

INSTANTES


(para entregar a Mario Benedetti)



Taciturna y monótona

la hebra pálida de la lluvia

da sus últimos pasos.

----

Un riachuelo adormecido

deshilado y estéril

repta por la tierra yerma.

-----

El sueño infinito de mi gata

se distrae; 
baja
o sube alguien la escalera.

-----

Desde ayer sin mi paloma.

¿En que calle del cielo

se habrá perdido?

-----

El caballo, en la carrera

rompió una de sus manos.

“Pegále el tiro” -dijo el señorito.

----

Envidio a los pájaros

en su vuelo desordenado;

ramas de un bosque imaginario.

-----

Prisionero en tus muslos

adolescentes. Halcón

en el manantial de tus senos.

----

Se estremece el árbol

peleando con el viento;

su camino es contrario al mío.

-----

Atardece.

El descanso de la luz

ennoblece el paisaje.




Las sombras se ocultan


tras los cristales opacos del día.

Cierro todas mis puertas.

CADA MAÑANA



cada mañana
toda la luz
ofrecida plena
en mis ojos
cuando te veo salir

sol encendido
agua despeñada
portón de emociones
abiertas
tu cintura

mientras avanzas
desabrochada
igual que una diosa
perdida
tecleando el asfalto
te siento volar
acercándote

llama abrasada
soltando alas
en los pasos
que dibuja
tu cuerpo cimbreante
caliente y joven
hambriento
de tenerlo en mi boca
igual que el pan

llegas a mi orilla
ladeando tu cabeza
iniciando una sonrisa
sin detenerte

¿por qué este calor?

así hoy
como ayer
lleno de ti
vacío también
hace ya tantos días

desde mi ventana

quemándome

CÓMO ME GUSTAS




cuando me das los buenos días, 
aún sin vestirte

cuando abres para mí la luz de tus ojos
recién levantada

cuando curvas despacio tu cuerpo 

para sentarte

cuando te agachas, atrapada en tu falda
mostrando prietos los bucles de tus rodillas

cuando te vuelves al desnudarte

cuando tu pecho oprimido y transparente
desea liberarse de ti mientras caminas

cuando elevas inconsciente tus brazos
para cintar tu pelo molesto con el viento

cuando en susurro me dices “qué haces”
y te dejas hacer

cuando mirándome dulcemente
me dices “quita esas manos”

cuando acostados los dos
me hablas de tus cosas

cuando te rindes a mi insistencia
y mis labios están a punto de alcanzarte

cuando la cremallera que modela tu espalda
necesita de mi ayuda

cuando tus dedos afilados y níveos
se adormecen trenzados en los míos

cuando tu cuerpo, en mi lecho dormido
lo abrazo yo, aún despierto

domingo, 18 de mayo de 2014

ÁRBOL








aún hoy
tu compromiso con la altura,
la misma ilusión por el vuelo
igual que una cometa

en mis ojos de niño ya lejano
pero tan cerca…

faro para el viento tu cima
nudo
nido
templo de nuestros dioses necesarios
caricia para el agua sedosa
huidiza
abrigo también
hospital umbroso de las sombras
alcoba de secretos para amantes

y algo más

tu pie
preso entre surcos leñosos
laberínticos
como ríos enfermos y sedientos
de luz
en busca de un mar desconocido
por la red profunda de la tierra

desde siempre

brújula en los juegos de los niños
y mayores
castillo de cien mil moradas
regalo sin ataduras
ni puertas ni llaves protectoras
en sus celdas
abiertas al canto incomprensible
ameno y sutil de los pájaros

también

descanso y solaz de las aves
en tus despeinadas y temblorosas sienes,
oreado balcón
para la lánguida delgadez de esas hojas
hasta su muerte juntas entre sí
en callado abatimiento

y

qué limpio tu latido vertical
firme y seguro
con la huella del musgo en tu cintura
el verdor explosivo de tu cima
única razón de tu presencia

árbol

paleta multicolor y pulso
de las estaciones varias:

la agreste primavera
con su luminosa pedrería floral
y Cupido en el acecho
desnudo y complaciente

el agotador verano
gaviotas, bronce y sol
con sus ojos libres de vergüenza
que tu yelmo frondoso nos alivia

después la debilidad del otoño
amaneceres y ocasos desvaídos
el adiós en la luz del paisaje
el ocre con sus mejores tonos

y ya la mirada pálida del invierno
con su impúdica desnudez
en la fría diana
de tus sarmientos descarnados

tal vez

puerta de un encuentro próximo
definitivo ojalá
casi eterno con la vida
(imposible el sueño sin futuro)
junto a tus brazos implorantes
y el parloteo de las hojas
con sus nodrizas ramas
en el mismo límite
de tu frontera con el cielo

sábado, 17 de mayo de 2014

LA POCA VIDA QUE ME DEJAS ES TUYA





(Para mi amiga Luz, que tendrá para siempre un puesto en mi corazón)


En mis manos débiles ya descansa
el temor náufrago de tus ojos,
la rotura definitiva de tu pulso
y el rumor quebrado de tu corazón herido.

En mis rodillas quedó tu latido enamorado y último
que para mí guardaste.
Después, fue mío todo el dolor.
Voló de este tronco para siempre la alegría
a enramarse en otros bucles sin raíces
y sin ritmos temporales, pues me la robaste toda.

Mis manos extenderán sobre tu cuerpo
tantas veces acariciado,
poco a poco,
la tierra cálida de mi pequeño jardín 
recién abierta por la lluvia.

Despertaré y alimentaré a los pájaros 
para que acunen de continuo tu silencio 
con la salmodia celeste de sus cantos.
No te faltará el roce umbroso de sus vuelos,
ni habrá ya pasos que distraigan tu mirada.

La poca vida que me dejas es tuya,
pues la he dejado atada en el recuerdo:
la amorosa Luz de tus pupilas,
la enroscada presa en mi regazo,
el temblor tensado en cada ausencia.

Qué corto fue, mi amor,
el placer del tiempo compartido,
Y qué largo el río que, obediente,
de nuevo me lleva hasta tu encuentro.

VACÍO ESTÁ MI PALOMAR

VACÍO ESTÁ MI PALOMAR


a mi gata Tirsa


Vacío está mi palomar:
volaron las últimas alas
que le daban calor y vida.
Se han adueñado de él
para quedarse
el viento
la soledad
el frío que hiela el alma

sólo soy noche oscura
silencio
nada más

nadie me espera
tampoco nada espero

seguiré hablando
llorando
muriendo solo
en este hospicio
vacío de amor

hasta que alguien
no sé quién
coja mi mano
y me acerque a ti

de nuevo a tus ojos